
En el año 2020 las investigadoras Emmanuelle Charpentier y Jennifer Dounda ganaron el Premio Nobel de Química por sus extraordinarias contribuciones a la ciencia y tecnología con el desarrollo de CRISPR-Cas9, una novedosa técnica de ingeniería genética. Si bien CRISPR-Cas9 no tiene como objetivo en sí mismo el mejoramiento genético humano, al ser una herramienta con el alcance para hacerlo, se ha desenvuelto un acalorado debate sobre los desafíos éticos, metodológicos y reguladores en torno al mejoramiento genético y el tratamiento y prevención de enfermedades humanas. No es necesario ahondar demasiado en la praxis metodológica para imaginar las implicaciones sociales que acompañan el alcance de esta tecnología. Es evidente que su democratización es un desafío insuperable y, de implementarse en lo ulterior, podría hacerse más profundo el socavón de oportunidades que acompaña y separa a las clases sociales. Para algunos la idea de mejoramiento genético es símbolo de modernidad, novedad, utopía y futuro, sin embargo, su historia comienza en la Bretaña Victoriana con el científico Sir Francis Galton (1822-1911), primo del famosísimo naturalista Charles Robert Darwin (1809-1882).

Galton era un polímata, de modo que su labor intelectual y sus contribuciones abarcaron múltiples campos del conocimiento, incluyendo la antropología, sociología, psicología, geografía, genética y estadística, además de ser considerado un creativo inventor. Su entusiasmo por la estadística lo llevo a proponer conceptos relevantes y hasta hoy vigentes, como son la chi-cuadrado, la regresión hacia la media y la correlación. Como cualquier aristócrata e intelectual de su época, no es sorpresa que Galton tuviera la oportunidad de extender su entusiasmo e intereses científicos a varios campos, viéndose particularmente atraído por la herencia biológica y aspectos de la variación humana. En un trabajo publicado en 1869 Galton compiló información biográfica para construir un pedigrí (representación genética de un árbol genealógico) de las familias inglesas más influyentes y poderosas. A raíz de este trabajo publicó Hereditary Genius: an inquiry into its laws and consquences, donde Galton concluyó que la inteligencia y las habilidades y costumbres virtuosas se heredan con una eficiencia del 20%. Los supuestos resultados de Galton lo convencieron de que el éxito es hereditario, de modo que cuanto más estrechamente relacionado estaba una persona con un triunfador, mayor era la posibilidad de convertirse en uno y viceversa (es decir, si procedías de una genealogía de fracasados estabas biológicamente destinado a continuar con la tradición familiar de ser un fracasado). Así mismo, sus resultados, a su juicio ciertos, sirvieron como inspiración para que Galton teorizara que la humanidad podría mejorarse alentando a los miembros supuestamente más aptos de la sociedad a procrear (casualmente la élite británica: gente política, intelectual y económicamente poderosa). Aunado a ello, es desde este trabajo donde Galton propone, en 1883, año en el que publica Inquiries into human faculty and its development, el término «eugenesia», que significa «buen nacer», y que se empleó para expresar la ciencia de la mejora de la raza: disciplina sobre la que se levantaron un conjunto de creencias racistas respaldadas, vergonzosamente, por muchos miembros de la comunidad científica europea y estadounidense. Recordemos que Galton, así como muchos otros intelectuales, fue preso de los delirios ideológicos de su época, en este caso y en mi opinión, caracterizada por las ideas supremacistas de las potencias mundiales europeas del siglo y del adoctrinamiento cientificista de muchos ilustrados de períodos de los siglos XIX y XX. Francis Galton no solo crece en una Bretaña política y económicamente fuerte, sino que se forma en una vigorosa atmósfera intelectual que experimentaba cambios verdaderamente revolucionarios y de una magnitud que rebasó el entendimiento de muchos, generando muy descabelladas malinterpretaciones.
Gran parte de los cambios que experimentó Occidente giraron en torno a la publicación, en 1859, de On the origin of species de su familiar Charles Darwin (obra reforzada por los también novedosos trabajos del naturalista Alfred Russel Wallace). Con su publicación y ulteriores investigaciones, el darwinismo se consolidó como una corriente de pensamiento que no solo dio paso al nacimiento de la biología moderna como ciencia natural, sino que ofreció una nueva y disruptiva forma de comprender el mundo. Virtualmente hablando, la comunidad científica de 1850 la formaban científicos y filósofos fundamentalmente judeocristianos que creían en la inamovilidad del cosmos. Antes de la publicación del Origen, la noción dominante sobre el mundo en la sociedad occidental era la de una máquina inmóvil, ahistórica y perfectamente diseñada, en donde la relación adaptación-ambiente era prueba del omnipotente poder y creatividad de Dios. En el Origen, Darwin ofrece un razonamiento alternativo a las explicaciones sobrenaturales, a esa creencia en una fuerza teleológica que guía el mundo hacia una perfección creciente y al determinismo biológico; todas éstas fueron ideas dominantes desde los griegos hasta mediados del siglo XIX. La intensión principal de Darwin en el Origen fue la de explicar la adaptación y la diversidad biológica desde un punto de vista fundamentalmente materialista y verificable. Es bajo este contexto en el que Galton desarrolla el fundamento teórico de la eugenesia, que en lo ulterior se convertiría en un movimiento político y científico con una carga histórica sombría de la que no muchos están enterados.

En definitiva, Darwin fue uno de los pensadores más influyentes y emblemáticos del siglo XIX. En los trabajos de Darwin no existe una fuerza como las que se encuentran en las leyes físicas, sino que se describe un mecanismo que opera simplemente con la eliminación natural de los individuos menos aptos. Y es de esto último de donde, a partir de la ignorante aplicación de la teoría evolutiva, se nutren las ideas eugenésicas de Galton y una corriente de pensamiento denominada darwinismo social, la cual fue popular durante finales del siglo XIX y principios y mediados del XX, para justificar la ideología racista, clasista, el imperialismo y la higiene racial. El darwinismo social aplicó las bases darwinistas a la sociedad, asumiendo una supuesta inferioridad innata de algunos humanos de reproducción indeseable; de ahí su relación con la ciencia eugenésica. Si bien Darwin jamás hizo comentarios respecto a las implicaciones sociales de su teoría, hubo intelectuales bastante sesudos e influyentes que sí lo hicieron, particularmente los seguidores de las ideas del filósofo, sociólogo y darwinista social británico Herbert Spencer, al cual se le reconoce la frase casi emblemática «The survival of the fittest». Tanto Galton como Spencer, a diferencia de Darwin, asumieron que los aprendizajes en vida, la moral y la frugalidad eran virtudes sociales genéticamente heredadas, en una suerte de evolución lamarkiana que segregaba a los menos aptos de la sociedad (en el lenguaje de la época, esto incluía individuos que eran «pobres, criminales, locos o débiles mentales, idiotas, imbéciles, borrachos, promiscuos, sordos, ciegos, desvalidos, homosexuales y más. Me quedan un par de sacos… ¿y a ti?»).
Los darwinistas sociales tropiezan gravemente al asumir que la evolución orgánica progresa hacia la complejidad y la perfección, y al ampliar la premisa del progreso orgánico a lo social no solo volvieron a tropezar, sino que demuestran, a pesar su apabullante formación intelectual, ser bastante ignorantes e ingenuos respecto a las ideas darwinistas originales. Ello explica porqué ilustrados como Galton, Spencer y una larga lista de figuras históricas se opusieron a las leyes que protegían a la fuerza trabajadora, pobres y enfermos, argumentando que su legislación iba en oposición a la evolución natural de la civilización (en mi opinión, las malinterpretaciones del darwinismo son el síntoma de las ideas supremacistas que hasta mediados del siglo XX enfermaron a Occidente). Otro de los problemas más fundamentales de los programas de investigación eugenésicos fue que, en su mayoría, se estudiaban rasgos que tenían poca heredabilidad genética (hoy en día son vistas como investigaciones destinadas al fracaso y motivo de burla). Entre las características deseosas de eliminarse de la sociedad estaban aspectos tan subjetivos como la moral, criminalidad, pobreza, epilepsia, bipolaridad, alcoholismo, debilidad mental (condición que describía diferentes grados de retraso mental y dificultades en el aprendizaje), orientación sexual, etcétera. Lo interesante es que no se consideró la posibilidad de que factores ambientales como la malnutrición, pobreza, inseguridad y falta de educación (condiciones imperantes en la realidad social de la mayoría) influenciaran el desarrollo de estos rasgos. Con el redescubrimiento de las leyes mendelianas de la herencia a principios de 1900 y la creciente popularidad de la ideología eugenésica y el darwinismo social, era cuestión de tiempo que se asumiera que los supuestos rasgos indignos y despreciables fuesen controlados por genes puntuales. Con una base teórica de raquítico soporte empírico no es de extrañar que los baches metodológicos de la investigación eugenésica proveyera evidencia científica de que la herencia de rasgos indeseables era predecible y que, además, podrían ser eliminados de la sociedad previniendo la reproducción de los no aptos. Fue así como la premisa eugenésica, el darwinismo social, el espejismo del progreso evolutivo y el redescubrimiento de la herencia mendeliana, junto con una economía impulsada por la idea del laissez-faire, formaron el caldo de cultivo perfecto para que, en una ofuscación intelectual, la ciencia, cultura y política estuviesen poseídas, por así decirlo, por una ideología fundamentalmente racista.

Si bien la eugenesia acompañó y nutrió la aparición del darwinismo social, del racismo, clasismo e imperialismo Británico, las ideas de Galton y Spencer (por nombrar a solo dos de los muchos políticos, científicos, médicos, filósofos y empresarios implicados) promovieron la legislación correspondiente para fortalecer políticas públicas que velaran por la denominada sanidad racial de la sociedad. La primera organización eugenésica fue fundada en 1907 con el nombre de Eugenics Educational Society (llamada Galton Institute a partir de 1989), creada por Sybil Gotto y cuyo presidente fue Francis Galton hasta su muerte, siendo posteriormente remplazado por Leonard Darwin hasta 1928 (hijo de nuestro naturalista favorito). Estaba formada por profesionales de clase media y alta, incluidos influyentes personajes históricos como el escritor H.G. Wells y el famosísimo político, militar, estadista y premio Nobel de Literatura (1953) Winston Churchill (honorablemente nombrado como vicepresidente de la organización). ¿Su objetivo? Fomentar y popularizar la educación eugenésica. Los objetivos de la Eugenics Educational Society arraigaron de tal modo que a principios y mediados del siglo XX el término «eugenesia» era empleado en la cotidianidad de la esfera pública, política y académica como una realidad inexorable. Si bien Galton y sus colegas británicos no fueron promotores directos de los actos violentos y abusivos justificados por «la ciencia de la mejora de la raza», sí contribuyeron a fortalecer los cimientos teóricos de la eugenesia; un movimiento, dicho sea de paso, con fachada científica siendo realmente una doctrina cuasi religiosa.

En la siguiente parte, titulada Principales promotores y los hijos predilectos de la eugenesia del siglo XX, conoceremos a las naciones donde la ideología eugenésica nubló el juicio de muchos personajes históricos de formación ilustre y envidiable. Para terminar esta primera parte quiero agregar el siguiente párrafo:
«Durante mucho tiempo la superioridad innata de la nobleza se llevaba en forma de sangre real, justificando, bajo la elección de Dios, sus privilegiadas posiciones. Con la ilustración, la designación divina de la monarquía se descartó como justificación válida para que, con el tiempo, fuese la ciencia y la política, o mejor dicho, las malinterpretaciones científicas y el adoctrinamiento, quien validara, de manera absolutamente arbitraria, la superioridad de unos frente a otros. Me pregunto yo… ¿seremos una especie profundamente xenofóbica?, ¿qué sentimientos despierta la ilusión de la supremacía y por qué es un fenómeno histórico tan latente?, ¿en qué paradigma de este giro nos encontramos actualmente?»
Este artículo es el primero de una serie de dos. Puedes leer la segunda parte aquí.
Referencias:
1. Daniel J. Kevles (2019). In the name of eugenics. University of California Press, Berkeley and Los Angeles.
2. Karen Norrgard (2008). Human testing, the eugenics movement and IRBs. Nature Education, 1 (1), pp: 170.
3. Ernst Mayr (2000). Darwin’s influence on modern thought. Scientific American, 283 (1), pp: 78-83.
4. Susan Bachrach (2004). In the name of public health: nazi racial hygiene. The New England Journal of Medicine, 351 (5), pp: 417-420.
5. Francis Galton y la eugenesia. Investigación y Ciencia (20/09/2020). Disponible en: https://www.investigacionyciencia.es/blogs/ciencia-y-sociedad/108/posts/francis-galton-y-la-eugenesia-18896
6. Teryn Bouche y Laura Rivard. America’s hidden history: the eugenics movement. Nature Education (18/09/2014). Disponible en: https://www.nature.com/scitable/forums/genetics-generation/america-s-hidden-history-the-eugenics-movement-123919444/
Recursos: El cuadro que se ha usado como portada representa a Francis Galton y fue pintado por Charles Wellington en 1903. La fotografía de Sir Francis Galton es obra de Eveleen Myers y fue tomada durante la década de 1890. La imagen del cartel propagandístico de la eugenesia se ha extraído del artículo de Teryn Bouche y Laura Rivard (2014). La fotografía del Eugenics Educational Society fue realizada en la década de 1930 y pertenece a Wellcome Library (Eugenics Society). La fotografía del cartel propagandístico nazi de la eugenesia se ha extraído del artículo de Susan Bachrach (2004).
Muy interesante Emmanuel tú aportación sobre la Eugenesia y espero pronto en tú próxima publicacion saber cuales son tus conclusiones.