
Los micromamíferos son, coloquialmente, mamíferos de talla pequeña. Es un término no taxonómico que reúne a aquellos grupos de mamíferos (más concretamente, a órdenes de mamíferos) en los que la mayoría de sus especies tienen un tamaño corporal reducido. Aunque esta sea la definición formal, es cierto que dentro de los micromamíferos no están incluidas especies pequeñas que pertenecen a grupos de mamíferos de talla grande como son los carnívoros, primates, perisodáctilos, etc. Si hablamos de órdenes, los micromamíferos agruparían a los roedores (orden Rodentia), topos y musarañas (Soricomorpha), murciélagos (Quiroptera) y conejos y liebres (Lagomorpha). Es cierto que hay especies dentro de estos grupos que son bastantes grandes: marmotas, castores, capibaras, coipús o puercoespines, entre otros muchos. Pero como dijimos en el inicio, el término micromamífero es un término coloquial y no taxonómico. Quizás los micromamíferos que nos son más familiares son los pequeños roedores, las musarañas y los topos, por lo que nos centraremos en estos.
Los micromamíferos son esenciales en los ecosistemas. Son un grupo que se hace casi imprescindible en la ecología trófica de los ecosistemas, ya que son la presa principal para muchos carnívoros (aves, reptiles, otros mamíferos), depredan a varios invertebrados y, en algunos casos, dispersan semillas o polen. Hay especies que consumen y guardan semillas en exceso durante el otoño (las ardillas son un buen ejemplo), lo que ayuda a la dispersión y posterior germinación de estas. La mayoría de los micromamíferos son herbívoros: se alimentan de semillas, tallos, hojas o raíces, y construyen galerías subterráneas formando madrigueras. Muchas especies de roedores controlan poblaciones de insectos o plantas de crecimiento rápido, y la densidad de sus poblaciones es vital para el mantenimiento de sus depredadores. No son escasos los ejemplos de colapsos poblacionales de carnívoros que se alimentan de micromamíferos cuando éstos últimos descienden significativamente. Casi todos los micromamíferos son estrategas de la r, es decir, que su ciclo vital es muy rápido, tienen numerosas crías por camada, invierten relativamente poco tiempo y esfuerzo en el cuidado de las crías, son poco longevos y tienen, obviamente, un cuerpo pequeño por lo que el gasto energético en crecimiento no es elevado. Gracias además a que sus poblaciones fluctúan rápidamente en función de las condiciones ambientales, los micromamíferos son excelentes indicadores del estado de los ecosistemas. De hecho, los fósiles de micromamíferos del Cenozoico se usan como indicadores paleoclimáticos, es decir, que nos dan información sobre las características climáticas de la Tierra en ese período geológico.

En España hay un proyecto encargado del seguimiento de los micromamíferos, el proyecto SEMICE (SEguimiento de los MIcromamíferos Comunes de España). La historia del proyecto SEMICE se remonta a 2001 cuando el Museo de Ciencias Naturales de Granollers presentó una propuesta para establecer un programa de seguimiento de las poblaciones de micromamíferos en Cataluña bajo una metodología estandarizada. Lamentablemente este proyecto no prosperó. Hubo que esperar unos años, hasta 2008, para que SEMICE se creara como tal. Por aquel entonces contaba con una decena de estaciones de muestreo y seguimiento ubicadas en los Parques Naturales de la Diputación de Barcelona y otras ocho en Andorra. Con el paso del tiempo, el proyecto ha ido creciendo por todo el país hasta contar en la actualidad con más de cincuenta estaciones activas. SEMICE es un proyecto de monitoreo o seguimiento de micromamíferos comunes en España a largo plazo. Este monitoreo se lleva a cabo sobre dos grupos de micromamíferos: roedores (orden Rodentia) y musarañas y topos (orden Soricomorpha). El objetivo principal del proyecto es poder detectar posibles variaciones poblacionales de estos micromamíferos y comprender, cuando sea posible, su causa.
Para observar estas fluctuaciones hay que muestrear previamente los micromamíferos en las zonas de las estaciones de seguimiento y, una vez obtenidos los datos necesarios, comprobar si han ocurrido variaciones poblacionales. Como todo monitoreo llevado a cabo en un ambiente natural, se requiere de un protocolo estandarizado según el grupo animal a seguir: en este caso los micromamíferos. En SEMICE la captura de los micromamíferos y la obtención de sus datos se consiguen con la siguiente metodología: se hacen dos campañas de muestreo (una en otoño y otra en primavera), cada una comprendiendo tres noches consecutivas. En cada campaña se colocan varias trampas tipo Sherman o Longworth en una determinada superficie de terreno y espaciadas unas de otras. Estas trampas se cierran automáticamente cuando un micromamífero entra ya que éste pisa un pedal en el interior de la trampa que hace que la puerta se cierre. Las trampas se llenan previamente con abundante comida (manzana, atún, semillas y salchichas), que sirve tanto de cebo y atrayente odorífero como reserva alimenticia para cuando el animal caiga y permanezca en la trampa. Tanto las trampas Sherman como las Longworth proporcionan índices similares de abundancia, tienen la misma eficiencia y la misma detectabilidad (no hay una que sea «preferida» por los micromamíferos). La entrada de algún micromamífero en la trampa se comprueba a primera hora de la mañana: si se encuentra alguno éste se marca, se mide, se pesa, se sexa si se pudiere, se anota la especie y se libera en el mismo lugar.

Con todos estos datos (especies, número de individuos de cada especie y localización geográfica, esencialmente) se pueden construir evoluciones temporales y observar si han ocurrido variaciones significativas con respecto a la misma estación o a nivel nacional. La asociación medioambiental Mustela CEM, por ejemplo, lleva el control de la estación de Sierra de Huétor, en Granada (aquí podéis ver los datos de esta estación). Desde 2016 llevan haciendo el seguimiento de los micromamíferos de la zona y desde este año El Pulgar del Panda colabora con Mustela CEM en el muestreo y recogida de datos en esta estación. Aunque este otoño (2018) no se ha podido llevar a cabo el seguimiento por las inclemencias del tiempo, algunas de las especies que se han encontrado hasta el momento aquí son el ratón de campo (Apodemus sylvaticus), la musaraña gris (Crocidura russula) y el lirón careto (Eliomys quercinus); aunque también se ha podido ver alguna que otra rata de agua (Arvicola sapidus) por el río Fardes. La especie más abundante aquí, sin duda, es el ratón de campo, que parece mantener densidades elevadas también en otras estaciones del país. La clave del proyecto es que se realiza a gran escala y a largo plazo gracias a una red de estaciones de seguimiento controladas por varios colaboradores y voluntarios, estos últimos esenciales y que con los años han ido aumentando.
Referencias:
1. Ignasi Torre, Lídia Freixas, Antoni Arrizabalaga y Mario Díaz (2016). The efficiency of two widely used commercial live-traps to develop monitoring protocols for small mammal biodiversity. Ecological Indicators, 66 (1), pp: 481-487.
2. Ignasi Torre, Alfons Raspall, Antoni Arrizabalanga y Mario Díaz (2018). SEMICE: an unbiased and powerful monitoring protocol for small mammals in the Mediterranean region. Mammalian Biology, 88 (1), pp: 161-167.
3. M. J. Delany (1980). Ecología de los micromamíferos. Ed: Omega, Barcelona.
4. Seguimiento de los micromamíferos comunes de España. Proyecto SEMICE. Disponible en: http://www.semice.org/es/el-proyecto/
5. Conservación y estudio de los ecosistemas mediterráneos. Asociación MUSTELA CEM. Disponible en: https://asociacionmustela.wordpress.com/
Recursos: Tanto la fotografía que se ha usado como portada (musaraña gris, Crocidura russula) como la del ratón de campo (Apodemus sylvaticus) son obra de Rudmer Zwerver. El esquema de la metodología del proyecto SEMICE pertenece a este y se ha obtenido de su página web.
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