
Si buceáramos por las cristalinas aguas de alguno de los parques nacionales de El Triángulo de Coral veríamos una extensión sin fin de corales y esponjas de diversos colores. Entre los miles de corales calcáreos se cruzarían diversas especies de tortugas marinas, bancos enormes de peces de arrecife, tiburones ballena, mantarrayas o gigantescos atunes rojos en busca de su alimento. El Triángulo de Coral alberga, a lo largo de sus seis mil millones de kilómetros cuadrados, el 75% de todas las especies de coral conocidas en el planeta y cerca del 37% de todas las especies de peces descritas. No es extraño que esta zona geográfica, ubicada entre el sureste asiático y Oceanía, reciba el nombre de la cuna de los mares. Aquí encuentra refugio la mayor parte de las especies marinas de nuestro planeta. Algo similar ocurre también en la Amazonía en cuanto a especies terrestres: en sus frondosas selvas habitan el 20% de todas las especies de aves conocidas y alrededor de 16.000 especies de árboles con una densidad estimada de 1.100 especies cada 0,25 km2, además de los cientos de endemismos de anfibios, reptiles o mamíferos que viven entre sus bosques.
Ambas zonas geográficas tienen en común que se sitúan en latitudes extremadamente bajas, es decir, alrededor del ecuador. Ya sea en la Amazonía, en el Triángulo de Coral o en cualquier otra región geográfica situada en latitudes similares (como la Polinesia, Madagascar o África ecuatorial), la biodiversidad es enorme. Esta biodiversidad aumenta considerablemente conforme nos acercamos al ecuador, a estas regiones geográficas ubicadas entre los trópicos. Así, desde el ecuador (latitud 0º) hasta los polos norte y sur (latitudes de 90º y -90º, respectivamente), la riqueza de especies disminuye progresivamente. De hecho, los trópicos (latitudes de 23º hasta -23º) son considerados puntos de calientes de biodiversidad por esto mismo, por el elevado número de especies que albergan.

Este patrón, el de una disminución de la riqueza de especies con la latitud, parece estar bien establecido en nuestro planeta desde hace al menos 30 millones de años. Sabemos que este gradiente de biodiversidad se ha mantenido en nuestro planeta desde entonces gracias al registro fósil, además de otras evidencias directas (biodiversidad actual) e indirectas (biogeografía o la misma paleobiología). Este gradiente parece cumplirse para prácticamente cualquier grupo animal y vegetal actual, incluyendo, entre otros, a los moluscos, el fitoplancton, los corales, las aves o los peces teleósteos (que incluyen a la mayoría de especies de peces de esqueleto óseo). El hecho de que las regiones ecuatoriales y tropicales alberguen tal cantidad de especies se debe, fundamentalmente, a que estas zonas actúan como puntos calientes para la formación de especies gracias a sus condiciones climáticas y complejidad de sus redes tróficas, entre otros aspectos. Es decir, que el gradiente latitudinal de biodiversidad que observamos en el planeta se debería a la mayor capacidad de estas zonas de latitudes bajas de generar nuevas especies.

Centrándonos en los teleósteos o peces óseos, podemos observar que, tal y como predice el gradiente latitudinal, las comunidades de peces de los mares tropicales son mucho más biodiversas que las comunidades de latitudes altas, situadas en los polos. La mayoría de las hipótesis que intentan explicar la causa de este patrón se basan en la capacidad de los arrecifes de coral para generar nuevas especies, como ocurre en tantos otros puntos calientes de biodiversidad: es la zona geográfica en sí (los arrecifes de coral) la que genera las nuevas especies que luego se establecen allí. Sin embargo, las últimas evidencias apuntan a todo lo contrario. No son las regiones tropicales las que generan nuevas especies de peces, sino los polos terrestres. Un reciente estudio publicado en 2018 estimó la tasa de especiación, o el ritmo al cual se generan nuevas especies, de peces teleósteos a nivel mundial para comprobar si el gradiente latitudinal de biodiversidad se corresponde con un gradiente latitudinal de especiación similar; es decir, si las zonas más biodiversas son las que generan más especies. Para ello se usaron datos biogeográficos, paleontológicos y genéticos de alrededor de 31.500 especies de peces actuales y extintos para construir árboles filogenéticos y estimar tasas de especiación. Los resultados mostraron que, tal y como ya se había constatado para otros tantos grupos animales, las zonas tropicales fueron las que mayor número de especies sustentaban, a diferencia del Ártico y la Antártida donde la biodiversidad se reduce drásticamente. De hecho, los modelos indicaron que el Triángulo de Coral es la zona geográfica con mayor biodiversidad marina del planeta.
Sin embargo, cuando se analizaron los datos respectivos a la tasa de especiación los resultaron fueron diametralmente opuestos: los polos terrestres son las zonas que mayor número de especies generan y no los trópicos. En las gélidas aguas de la Antártida, por ejemplo, se generan tres veces más especies que en el Triángulo de Coral, aun cuando esta zona es la más biodiversa del planeta en cuanto a peces óseos. La Antártida, según este estudio, es el área geográfica que más especies de teleósteos genera a nivel mundial. Los modelos mostraron, en efecto, efectos significativos de la latitud sobre la especiación: conforme ascendemos en latitud hacia los polos, mayor es la tasa de especiación. Concretamente, cada millón de años se generan 0,025 nuevos linajes de peces teleósteos por cada 10º que ascendemos en latitud a partir de los trópicos, alcanzando el pico de especiación en el Ártico y la Antártida. Estas dos zonas, junto al resto de océanos fríos y templados ubicados algunos grados latitudinales por debajo del Ártico y la Antártida, generan especies el doble de rápido que los trópicos. Y es más, este gradiente inverso de especiación lleva sin cambiar desde hace unos 5 millones de años. Desde entonces, los peces de arrecife, como los que habitan el Triángulo de Coral, llevan diversificándose a una tasa menor que sus parientes, los peces árticos y antárticos como los peces babosos (familia Liparidae), las viruelas (familia Zoarcidae) o los blénidos antárticos.

Este gradiente inverso de especiación en los peces teleósteos podría suponer, en cierta medida, un cambio de paradigma en cuanto a la generación de biodiversidad. Hasta ahora la mayoría de hipótesis recurrían a los propios hábitats tropicales o ecuatoriales para explicar el origen de la biodiversidad: es allí donde se generan las miles de especies que luego encontramos en dichas zonas. Pero los peces parecen ir al contrario: las nuevas especies se generan en los fondos abisales de los océanos Ártico y Antártico, entre casquetes de hielo y continentes helados, para luego migrar a los trópicos. Según este nuevo hallazgo, debería existir entonces una relación fuente-sumidero entre los polos y el ecuador: el norte y el sur terrestres generarían nuevas especies y el ecuador las recibiría. Quizá en los abismos fríos y oscuros de las zonas ártica y antártica se generen las nuevas adaptaciones fisiológicas que predisponen a las especies a colonizar y adaptarse posteriormente en las regiones tropicales. Los polos de la Tierra, y no los trópicos, parecen ser la verdadera cuna de los mares.
Referencias:
1. Daniel L. Rabosky, Jonathan Chang, PascalO. Title, Peter F. Cowman, Lauren Sallan, Matt Friedman, Kristin Kaschner, Cristina Garilao, Thomas J. Near, Marta Coll y Michael E. Alfaro (2018). An inverse latitudinal gradient in speciation rate for marine fishes. Nature, 559, pp: 392-395.
2. Helmut Hillebrand (2004). On the generality of the latitudinal diversity gradient. American Naturalist, 163 (2), pp: 192-211.
3. Alexandre C. Siqueira, Luiz Gustavo R. Oliveira-Santos, Peter F. Cowman y Sergio R. Floeter (2016). Evolutionary processes underlying latitudinal differences in reef fish biodiversity. Global Ecology and Biogeography, 25 (12), pp: 1466-1476.
4. Joseph Wright (2002). Plant diversity in tropical forests: a review of mechanisms of species coexistence. Oecologia, 130 (1), pp: 1-14.
5. Rebecca Weeks et al. (2014). Developing marine protected are networks in the Coral Triangle: good practices for expanding the Coral Triangle marine protected area system. Coastal Management, 42 (2), pp: 183-205.
Recursos: La fotografía de portada es obra de Angie Agostino. La figura de el Triángulo de Coral se ha extraído de Wikipedia y está basada en el artículo de Weeks et al. (2014). La fotografía de los peces de arrecife se ha extraído de Pixabay. La figura que representa el número de especies y la tasa de especiación frente a la latitud se ha extraído del artículo de Rabosky et al. (2018).
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