
Hace 250 millones de años, en el Triásico inferior, la Tierra acababa de sufrir uno de sus mayores eventos catastróficos. Los ecosistemas se hallaban completamente destruidos, y cerca del 95% de las especies marinas y el 70% de las terrestres se habían extinguido. La esterilización había sido casi total. Aun así, los supervivientes tuvieron que abrirse camino para repoblar los ecosistemas. Uno de ellos fue Lystrosaurus, un pequeño sinápsido que no solo sobrevivió a la terrible extinción masiva, sino que además prosperó en el duro ambiente de los primeros tiempos del Triásico.

Lystrosaurus (en griego, «Lagarto pala») fue descrito por el archiconocido Edward Drinker Cope en el año 1870. Pertenecía al clado de los dicinodontos, un linaje de terápsidos actualmente extinto que habitó Pangea desde mediados del Pérmico hasta el Triásico superior. Su cráneo era corto y achatado, y presentaba las órbitas oculares en una posición más dorsal que en otros dicinodontos, un carácter que llevó a que algunos paleontólogos le infirieran un modo de vida anfibio, hipótesis actualmente descartada. Lystrosaurus únicamente presentaba dos grandes caninos, cuya función pudo ser de protección y defensa contra depredadores, de competencia intraespecífica, o simplemente como herramienta para buscar comida y ramonear. Además, también se conoce de la presencia de un pico queratinoso (llamado rhamphotheca) en Lystrosaurus, un claro ejemplo de convergencia evolutiva con otros animales como algunos dinosaurios ornitisquios o las tortugas. Este pequeño animal, con menos de un metro de longitud, poseía un cuerpo corto y compacto, con una forma que recuerda vagamente a un barril, y presentaba las extremidades en una conformación intermedia entre los más primitivos pelicosaurios (una serie de grupos de sinápsidos basales que caminaban con la extremidades extendidas hacía los lados y la barriga cerca del suelo, parecido a como lo hacen los cocodrilos) y los mamíferos actuales, con las extremidades posicionadas debajo del cuerpo en posición erecta. En el caso de Lystrosaurus, parece que sus extremidades anteriores aún se disponían hacía los lados, como en sus ancestros, mientras que las posteriores se hallaban erguidas, sugiriendo un modo de vida algo más activo que el de sus predecesores.

En un mundo compuesto por un único y gigantesco supercontinente, Pangea, Lystrosaurus destacó por ser un animal muy cosmopolita. Sus restos han sido hallados en lugares tan alejados como Sudáfrica, India, Antártida, Rusia o China, lo que llevo a Alfred Wegener a utilizarlo como prueba fósil para su teoría de la deriva continental, propuesta el año 1912. En algunos yacimientos llega a representar hasta el 90% de los restos de vertebrados hallados, un hecho más que ilustra su enorme éxito durante el Triásico inferior. Indudablemente, Lystrosaurus tuvo que poseer algún tipo de adaptación o ventaja que le ayudara en el arduo ambiente postapocalíptico posterior a la extinción masiva del Pérmico-Triásico. En primer lugar, se ha propuesto que pudiera tener un modo de vida al estilo cavador de madrigueras, algo que, por otro lado, no sería único de esta especie y posiblemente fuera común en su linaje (en el tercer capítulo del documental Walking with Monsters, de la BBC, podemos ver a una familia del género Diictodon, emparentado con Lystrosaurus, viviendo en madrigueras excavadas por ellos). Se han hallado diferentes moldes de madrigueras producidas por Lystrosaurus, algunos de ellos asociados a esqueletos de estos animales. ¿En qué pudo ayudarles este tipo de comportamiento? Sin lugar a dudas, les debió proteger del fluctuante clima continental de Pangea, a la vez que probablemente les permitió acceder a ciertos recursos alimenticios, como raíces o tubérculos, que se encontraran a cierta profundidad. Además, se considera que este tipo de estructuras pudieron ser refugio de otros animales aparte de Lystrosaurus, actuando como importantes reservorios de biodiversidad en los inmensos desiertos de Pangea. Finalmente, haber localizado diferentes estructuras de este tipo en un mismo nivel estratigráfico parece indicar que Lystrosaurus pudo tener un comportamiento gregario, formando así pequeñas comunidades de individuos.
Otra llave para entender el éxito de este animal podría hallarse en su historia vital. La historia vital de un organismo comprende una serie de eventos desde su gestación hasta su muerte, como pueden ser el nacimiento, la consecución de la madurez somática y sexual, la senescencia y la muerte. Entender cuándo y cómo ocurren estos eventos permite conocer mejor muchas de las características del desarrollo y la ecología del animal en cuestión. ¿Cómo podemos abordar este problema desde la perspectiva paleontológica? Separados de nuestro objeto de estudio por el abismo del tiempo y sin la posibilidad de observarlo en vida, la paleohistología (el estudio de la anatomía microscópica de los fósiles) nos permite inferir algunos de estos eventos. Cuando un animal todavía se encuentra en los estadios ontogenéticos iniciales (en otras palabras, aún es inmaduro, juvenil), se caracteriza por la presencia de tejido óseo fibrolamelar, de crecimiento rápido. En cambio, cuando este ya se ha convertido en un adulto, presenta hueso lamelar, el cual tiene una menor tasa de crecimiento. Para poder calcular el tiempo transcurrido a través de la ontogenia del animal, la paleohistología usa como referencia las marcas de crecimiento, las cuales ocurren con una cierta periodicidad (cada año o cada estación). Este tipo de estudios han revelado que Lystrosaurus adelantó su adquisición de la madurez sexual con respecto a la madurez somática, y pudo ser capaz de reproducirse a pesar de seguir creciendo (algo poco frecuente entre la mayoría de los vertebrados terrestres). Esta adaptación se considera está ligada a la menor longevidad observada en muchos grupos de animales durante el Triásico inferior.

Aunque pequeño y probablemente desprovisto de pelaje u otras estructuras aislantes, Lystrosaurus pudo ser un animal relativamente activo. Una evidencia de ello es el hallazgo en un cráneo juvenil de lo que parecerían ser cornetes nasales. Los cornetes nasales son estructuras que se encuentran en las cámaras nasales de la mayoría de los mamíferos y aves, y su función se basa en humidificar y calentar el aire durante la respiración. Con ello, se evita que los pulmones se sequen, lo que permite una mayor tasa de respiración, favoreciendo un metabolismo más rápido. Que Lystrosaurus contara con este tipo de estructura indica que probablemente tuvo una mayor tolerancia a las grandes fluctuaciones climáticas de principios del Triásico. En Lystrosaurus hallamos un claro ejemplo de animal pionero. Cuando las condiciones fueron más difíciles para la mayoría de los animales, ellos prosperaron y gozaron de un enorme éxito. Aun así, pronto llegarían otros grupos más especializados que les sustituyeron, abocándolos al inevitable destino que comparten todas las especies: la extinción. Este ejemplo ilustra perfectamente uno de los mayores errores que todavía prevalecen en la concepción de la evolución. No es el organismo más fuerte, sino el mejor adaptado, quien sobrevive. Y cuando las condiciones cambiaron, Lystrosaurus, un animal tan increíble, un pionero, simplemente no pudo competir con los otros.
Si quieres saber más sobre el Lystrosaurus, puedes escuchar el siguiente podcast de «Nomen dubium: ecos desde Pangea».
Referencias:
1. Jennifer Botha-Brink (2017). Burrowing in Lystrosaurus: preadaptation to a postexctintion environment? Journal of Vertebrate Paleontology, 37 (5): e1365080.
2. Jennifer Botha-Brink, Daryl Codron, Adam K. Huttenlocker, Kenneth D. Angielczyk y Marcello Ruta (2016). Breeding young as a survival strategy during Earth’s greatest mass extinction. Scientific Reports, 6, pp: 24053.
3. Michael Laaß, Oliver Hampe, Michael Schudack, Corinna Hoff, Nikolay Kardjilov y André Hilger (2011). New insights into the respiration and metabolic physiology of Lystrosaurus. Acta Zoologica, 92 (4), pp: 363-371.
4. Mikhail V. Surkov, Nikolas N. Kalandadze y Michael J. Benton (2005). Lystrosaurus georgi, a dicynodont from the lower Triassic of Russia. Journal of Vertebrate Paleontology, 25 (2), pp: 402-413.
Recursos: La reconstrucción de Lystrosaurus que se ha usado como portada es obra de Victor O. Leshyk. La segunda reconstrucción es obra de John Sibbick. La imagen de la fragmentación de Pangea pertenece a United States Geological Survey. Las fotografías de paleohistología se han extraído del artículo de Jennifer Botha-Brink et al. (2016).
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