
Durante el verano de 1912 en la Universidad de Londres, Inglaterra, la Eugenics Education Society convocó, en memoria de Sir Francis Galton, muerto un año antes, el I Congreso Internacional de Eugenesia, que en palabras del biólogo estadounidense Raymond Pearl (1879-1940), «permitió que las personas más destacadas del quehacer científico, social, literario y público-político inglés se reuniera». Este primer congreso ofreció la oportunidad de que se desenvolvieran nutritivas discusiones en torno a los problemas eugenésicos que enfrentaban diferentes naciones. Lo más lamentable es que las declaraciones de Pearl estaban lejos de ser mentira, ya que se reunieron biólogos, físicos, políticos, literatos, médicos y empresarios —gente ilustrada e influyente, vaya— de gran parte de Europa y Norteamérica. Para dilucidar el delirio ideológico y dogmático del que fueron presos científicos consagrados y sesudos ilustrados como Winston Churchill, Alexander Graham Bell, Sir William Osler, el propio Raymond Pearl, Mr. H. G. Wells, el Dr. Maudsley, Mr. Benjamin Kidd, L. Hobhouse, Bernad Shaw, Charles William Eliot, Alfred Cort Haddon, Ferdinand Canning Scott Schiller, Lucien March, Corrado Gini, y entre poco más de 750 ilustres participantes (se registró la asistencia de 836 personas), me daré la libertad de citar un fragmento de los discursos de apertura:
«La civilización occidental está en peligro de colapsar, ya que estamos preservando a los débiles y ‘genéticamente indeseables’ y permitiéndoles reproducirse a un ritmo alarmante… De hecho, los pedigríes de gente pobre presentados en el Congreso demuestran de manera concluyente que los pobres y los débiles mentales son muy fecundos y algún día heredarán la tierra a menos que los sabios intervengan con un programa de medidas genéticas».

Con el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) se pospuso el II Congreso Internacional de Eugenesia, inicialmente agendado para 1915, llevándose a cabo del 25 al 28 de septiembre de 1921 con sede en el Museo de Historia Natural en la ciudad de Nueva York (ciudad y museo donde se convocó el III Congreso Internacional de Eugenesia a finales de agosto de 1932). En estos tres congresos de formalidad y rigurosidad equivalente a la de un congreso internacional actual de giro académico, se reunieron influyentes pensadores de diferentes áreas del conocimiento a exponer y discutir variados temas entorno a la eugenesia. Así mismo, estos congresos contaban con una exposición preparada para el público sin ninguna preparación académica; esto con el objeto de popularizar la oportunidad que se veía en la eugenesia y en el darwinismo social para que, de la mano de los más ilustres científicos de entonces, se dirigiera el curso de la evolución humana. En los tres congresos se discutieron tópicos con encabezados como Human and comparative heredity, The cause of the inferiority of physical and mental characters in the lower social classes, Eugenics and the family, The influence of race on history, Human racial differences o Eugenics and the state, así como programas para el mejoramiento de la población humana.
Entre las décadas de 1890 y 1930, la credibilidad del darwinismo social y del movimiento eugenésico se acentúo conforme más pruebas ineludibles había a su favor. Con la creciente aceptación de la comunidad científica, el pensamiento eugenésico se popularizó con rapidez como ciencia de punta y permeó profundamente en la cultura europea (cultura en la más amplia de las definiciones, ya que penetró en el quehacer político, económico y legislativo, pedagógico, filosófico, científico y social) y, como veremos más adelante y para vergüenza de todos, penetró, en mayor o menor grado, en más de treinta países; cada uno internalizando y adaptando el evangelio Galtoniano a su propia cultura, problemas, ambiciones y posibilidades. Según un reporte de la Comisión Internacional de Eugenesia publicado en 1924 en Eugenical News, se enlistaron los siguientes países: Gran Bretaña, Checoslovaquia, Países Bajos, Suecia, Austro-Hungría (actualmente países independientes), Francia, Italia, Noruega, España, Suiza, Nueva Zelanda, Australia, Estados Unidos de América, Canadá, Cuba, Argentina, Brasil, Venezuela, Colombia, México, Rusia, China y Japón (estos tres últimos no se incluyeron en la lista de Eugenical News pero fueron fieles promotores de sus propias corrientes eugenésicas), entre muchos otros. No obstante, quienes llevaron la ideología eugenésica a límites inimaginables, infames, absolutamente abusivos e incuestionablemente inmorales, fue la Alemania del Tercer Reich (lo cual no desvanece los crímenes que otros países cometieron en nombre de la eugenesia).

En el nombre de la salud pública

Los impulsores de las ideas eugenésicas de principios del siglo XX (en su gran mayoría, como ya vimos, gente anglosajona y americana académicamente ilustrada) argumentaban que la medicina moderna y la legislación del bienestar social protegían y mantenía vivos a los débiles y no aptos, interfiriendo con una suerte de selección natural positiva de los más aptos. Muchos asumieron que la reproducción de la gente moralmente virtuosa y social y económicamente productiva estaba siendo eclipsada por la proliferación creciente y casi contagiosa de personas inferiores, moral y físicamente indeseables, enfermas o retrasadas. La sociedad alemana, así como muchos países europeos, asiáticos y americanos, veían en los asilos, hospitales, prisiones, centros psiquiátricos y cualquier institución que protegiera a gente biológicamente vulnerable, indeseable o inmoral, una amenaza biológica como proclamaba el régimen nazi para la mejora de la raza. Para el año 1945 unos 400.000 alemanes ya habían sido involuntaria pero legalmente esterilizados bajo la excusa de que el desorden maniático depresivo, la epilepsia genética, la enfermedad de Huntington, la ceguera y sordera genética, las deformidades físicas, la debilidad mental y el alcoholismo crónico eran una amenaza biológica para el bienestar de la sociedad alemana. Curiosamente, para antes de 1933 muchos estados estadounidenses, bajo la influencia de Eugenics Record Office, ya habían implementado leyes eugenésicas que validaron la esterilización forzada de unas 40.000 personas entre los años 1907 (año que en Indiana, EEUU, se introdujo el primer decreto de esterilización basado en principios eugenésicos) y 1945. De hecho, el emergente régimen nazi de la década de 1930 (año en el que existían más de treinta estados estadounidenses que habían suscrito leyes, apeladas en su mayoría y raramente puestas en práctica, que permitían la esterilización de los considerados idiotas, dementes, imbéciles, subnormales, alcohólicos y drogadictos, violadores, criminales y convictos, y en los casos más radicales a sordos y ciegos), irónicamente, se inspiró y citó la experiencia norteamericana —potencia que junto con los Aliados representaría la caída del Tercer Reich— para legislar estatutos que velaban por la protección de la higiene racial alemana mediante la esterilización forzada.

La propaganda nazi y norteamericana organizó concursos eugenésicos donde se premiaba a las personas y familias socialmente virtuosas y de genealogía admirable (figura de la medalla nazi), y en Alemania se llegó a criminalizar la llamada deshonra racial, producto del matrimonio o cópula con judíos, negros, alcohólicos, desvalidos, criminales, personas ciegas, sordas o que padecieran alguna dificultad física. Entre los años 1939 y 1945, 200.000 alemanes —desde niños con síndrome de Down y otras dificultades de nacimiento, hasta personas juzgadas como incurables— fueron víctimas de programas de eutanasia forzada y, para el final de la Segunda Guerra Mundial, 375.000 personas, en su mayor parte por debilidad mental y al menos 4.000 por ceguera o sordera, fueron esterilizados legalmente contra su voluntad (cifra europea secundada por Suecia, con 63.000 esterilizaciones eugenésicas forzadas, el 90% de ellas en mujeres y legalmente amparadas entre los años 1935 a 1975). Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial la ideología eugenésica perdió mucha fuerza y credibilidad; sin embargo, la esterilización de personas mentalmente retrasadas y enfermas continuó en Escandinavia y Canadá en los tiempos de post-guerra, además de que la esterilización forzada fue legalmente amparada en los estados norteamericanos de Virginia, California del Norte (estados donde las leyes eugenésicas se aplicaron con mayor rigor) y Georgia hasta 1972 (año en el que se realizó la última esterilización eugenésica estadounidense).
¿A quién señalar si todos somos culpables?
La eugenesia, considerada en sus días lo último en modernidad científica, se propagó por todo el globo con la esperanza de que fuese la panacea que garantizase ilustres y virtuosas sociedades. Las potencias mundiales europeas y norteamericanas, así como el resto de países convencionalmente nombrados subdesarrollados o tercermundistas, veían en la eugenesia el vehículo para acercarse con velocidad a un próspero futuro para sus naciones. La Federación Internacional Latina de Sociedades de Eugenesia, con sede en París y fundada en 1935 por el estadista, demógrafo y sociólogo italiano Corrado Gini, integró a los grupos eugenésicos latinoamericanos y realizó, en 1937, el primer y único Congreso Latino de Eugenesia (cabe mencionar que la eugenesia latina estuvo subordinada a la tradición eugenésica francesa e italiana más que a la anglosajona). En Argentina la campaña eugenésica estuvo encabezada por la Asociación de Biotipología, Eugenesia y Medicina Social, en México por la Sociedad Eugenésica Mexicana, y en Brasil el epicentro de la actividad eugenésica fue la Comisión Central de Eugenesia. Perú, Chile y Cuba, así como muchos otros países latinos, institucionalizaron sus propios grupos eugenésicos que velaban por la higiene racial de sus sociedades. A diferencia de los países que promulgaron leyes que amparaban y justificaban la esterilización de ciertos individuos, los programas y actividades eugenésicas en Latinoamérica, a pesar de haber sido mecanismos de segregación racista que afectaron a muchas minorías (inmigrantes, indígenas, retrasados mentales, sifílicos, alcohólicos, homosexuales, vagabundos, etcétera), se enfocaron, a grandes rasgos, en el desarrollo de la puericultura, la higiene, educación sexual, la maternidad, el blanqueamiento de la raza y algunas restricciones de inmigración (estas última principalmente en México y Brasil).
Para entender por qué la esterilización obligatoria no tuvo lugar en el grueso de países latinos es importante tomar en cuenta dos factores clave: el desarrollo de la ciencia y la tecnología, ambos quehaceres apenas emergentes en países latinoamericanos. En pleno auge del movimiento eugenésico, occidente perfeccionó diversas técnicas quirúrgicas, siendo la vasectomía y la salpingectomía un ejemplo medular para entender la implementación de esterilizaciones forzadas sencillas y seguras. Al ser intervenciones quirúrgicas prácticamente inexistentes en países latinos, y al ser la castración y diferentes tipos de mutilación intervenciones socialmente inaceptables, es posible que explique porqué Latinoamérica optó por programas eugenésicos de intervención social más que biológica. Prueba de ello es que, a diferencia de la eugenesia británica que creía que la legislación del bienestar aparentemente fracasó al promover la propagación desmedida de arquetipos indeseables, la eugenesia brasileña, por ejemplo, optó por promover la introducción de la legislación del bienestar, acompañada con campañas de saneamiento en contra de la fiebre amarilla, viruela y la plaga, como vehículo para mejorar al pueblo brasileño. No obstante, la eugenesia brasileña, así como el resto de naciones latinas, estuvo subordinada a la intelectualidad europea, la cual veía en la condición pobre, mestiza, mulata, afroamericana y tropical de América prueba de que la promiscua mescolanza colonial derivó en una sociedad profundamente degenerada, degradada y disgénica (degeneración racial; lo opuesto a eugenesia o buen nacer).

Al ser la herencia genética la fuerza motriz que movía a la eugenesia, era de esperar que se ignorara rotundamente que las dificultades cognitivas y fisiológicas fuesen producto de la malnutrición corporal y mental. Cuestiónese el lector lo siguiente: ¿cómo justificar la esterilización forzada de los no aptos para frenar su reproducción cuando su poca aptitud era producto de la inseguridad y desigualdad social y no de un set de genes defectuosos y degenerados? Para intelectuales zurdos y anarquistas como Pyotr Kropotkin fue evidente que gran parte del problema que agobiaba al movimiento eugenésico (refiriéndose, claro está, a la vertiente eugenésica liberal), así como la resolución del mismo, de haber alguna, era, evidentemente, de naturaleza social más que biológica.
Después de este largo y, ciertamente, incompleto recorrido por la eugenesia, nos toca seguir conociendo la historia que nos precede, así como reflexionar sobre los fantasmas de los que somos herederos y sobre aquellos espectros que dejaremos como herencia. La eugenesia muestra cómo la enajenación ideológica nubla y distorsiona el juicio colectivo y hace que esferas del conocimiento tan importantes como la filosofía, educación, ciencia, economía, política y tecnología estén al servicio de gente delirante. Con la aparición de métodos como CRISPR-Cas9 y todo el marco teórico que acompaña el desarrollo de la ingeniería genética, es prudente escuchar los consejos de un viejo sabio llamado Benjamin Parker: «Un gran poder conlleva una gran responsabilidad».
Este artículo es el segundo de una serie de dos. Puedes leer la primera parte aquí.
Referencias:
1. Mark B. Adams (1989). The wellborn science: eugenics in Germany, France, Brazil and Russia. Oxford University Press.
2. Susan Bachrach (2004). In the name of public health: Nazi racial hygiene. The New England Journal of Medicine, 351 (5), pp: 417-420.
3. Jeffrey O’Connell y Michael Ruse (2021). Social darwinism. Cambridge University Press.
4. Gustavo Gabriel Vallejo y Marisa Adriana Miranda (2010). Derivas de Darwin: cultura y política en clave biológica. Siglo XXI.
5. Gunnar Broberg y Nils Roll-Hansen (2005). Eugenics and the welfare state: Norway, Sweden, Denmark and Finland. Michigan State University Press.
6. Stephen Jay Gould (2008). La sonrisa del flamenco. Crítica (edición en castellano).
7. Eugenics Archives website. Social sciences and humanities research council of Canada. Disponible en: https://eugenicsarchive.ca/
Recursos: La fotografía que se ha usado como portada representa una exhibición de la Eugenics Society en la década de 1930 y pertenece a Wellcome Library. La fotografía del documento Problems in Eugenics fue publicado por la Eugenics Education Society en 1912. La composición de fotografías de algunos de los asistentes al I Congreso Internacional de Eugenesia tiene los siguientes créditos: (a) BiblioArchives, (b) Moffett Studio, (c) autor desconocido (d) Wellcome Images, (e) autor desconocido, (f) autor desconocido, (g) George Charles Beresford, (h) National Photo Company Collection, (i) George Granthem Brain, (j) Oscar White; todas las fotografías son de dominio público. Las fotografías de las multitudes londinenses y parisinas pertenecen a Library of Congress, Serials and Government Publications Division (Whashington, D.C.). La fotografía del extracto de la revista Eugenical News se ha extraído de University of Missouri Libraries. El cartel propagandístico de la eugenesia estadounidense se ha extraído de Chronicling America y el alemán de la revista Rassepolitischen Amt der NSDAP.
Deja una respuesta